Desesperación. Frustración. Impotencia.
Me ignora.
Pasa de mi. Se ausenta con frecuencia.
Solo piensa en él.
Llevamos días sin hablar y parece no importarle. ¿Hasta cuándo piensa seguir así? Seré más fuerte, sí, mucho más fuerte que él.
Me levanto por las mañanas con una imagen de él en mis pupilas, con las marcas de sus labios por mi cuerpo, de esos besos que me ha estado dando durante toda la noche en mis sueños.
En ese momento, me estiro, me tapo, cierro los ojos y empiezo a pensar cosas en las que no debo.
¿Y si no ha pensado en mi en todo este tiempo? ¿Y si ha estado con otra? ¿Con quién habrá estado durmiendo? ¿Y si bebió demasiado e hizo cosas que no debía? ¿Y si ya no me quiere?
¡YA VALE! No pienses más, ya está.
Me tapo de nuevo hundiendo mi cara en la almohada y ladeo mi cabeza con intensidad.
Él se lo está pasando bien, está disfrutando. Cada día pienso en él, recuerdo su voz y observo una y otra vez sus fotos. Él, seguramente no lo esté haciendo ni tan solo un segundo. Echo de menos su voz y sus mensajes cariñosos, echo de menos que me diga lo mucho que me quiere, y que me diga que si estuviera conmigo, jugaría con mi pelo.
Echo de menos que cuando no podamos hablar, nos extrañemos.
Porque a pesar de todo, a pesar de que me ignore y no sepa nada de él, aquí estoy un día más, extrañándole, aunque de los dos, sea yo la única que lo haga.

No hay comentarios:
Publicar un comentario