Se acercó hacía ella y la abrazó por detrás besando con extremada suavidad su cuello.
-Ey, ¿por qué lloras? estás más bonita sonriendo.
Al escuchar su voz, cortó de inmediato sus sollozos e intentó dibujar en sus labios una tímida sonrisa.
+No sabía que estabas aquí, perdona.
-No hay nada que perdonar, dime que pasa.

Era bonita, muy bonita, pero esta sociedad la infravaloraba.
Quizás no tuviera el cuerpo más atractivo de la ciudad, pero su mirada y su sonrisa, eran capaces de enamorar a cualquiera.
+Jamás seré como ellas.
-Nunca, ¿sabes por qué?
+¿Por qué? ¿por qué ellas son bonitas?
-No, porque tú eres mucho mejor.
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