sábado, 13 de octubre de 2012

Llorar no siempre es malo.

¡Qué tonta!, ¿verdad? ponerte a llorar cuando no encuentras la salida.
Buscas un abrazo, pero no uno cualquiera, si no uno de estos que te hacen sonreír y cerrar los ojos a la vez. ¿Quién no quiere uno?
Esto me recuerda a lo que pasó aquel día.
Un día en el que no podía dejar de llorar, todo estaba oscuro, pero allí estaba él. Se acercó a mi y me susurró muy suave en el oído: "¿Sabes? todas las personas tenemos que llorar, llorar mucho para dejar un hueco en el corazón para las sonrisas".

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